
Como una posible interpretación del famoso capricho de Goya, cuando el ser humano deja a un lado la razón, los monstruos están llamados a aflorar. Y si bien a mediados del siglo XX el mundo creyó haberse librado de todos sus monstruos tras el mayor conflicto de su historia, la realidad era bien otra.
«El sueño de la razón produce monstruos»
Tres son los hitos que marcan la monstruosa era de la editorial Atlas Comics que precedería al nacimiento del universo Marvel a finales de 1961. El primero, histórico, es la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS, marcada en el lado americano por una exaltación del capitalismo casi tan potente como el opuesto rechazo al comunismo, tanto soviético como chino. Por supuesto, estas ideas quedaban también reflejadas, con cierta vocación doctrinal, en las historietas juveniles, bien por su valor “educativo”, bien por desmarcarse las editoriales de toda duda sobre su lealtad: recordemos que los primeros años 50 están marcados por la “caza de brujas” comunista del Macartismo.

El segundo de los hitos, el social y concretamente aplicado a estos objetos culturales destinados a la juventud, fue la creación del comité censor de la Comics Code Authority, para proteger las débiles mentes de los infantes ante exposiciones violentas u obscenas, denunciadas por el psiquiatra Fredrick Wertham en la infame Seduction of the Innocent. En el caso de los cómics, bien es sabido que esto supuso la práctica cancelación de la mayoría de títulos de terror o que tuvieran una temática más adulta, generando una monotonía temática en los géneros y forzando a los autores a buscar vías alternativas para caminar sobre la fina línea de la censura.
En este contexto sociohistórico, muy someramente resumido, sobrevivía a duras penas Atlas Comics, antaño Timely Comics. De 1952 a 1956 distribuyó sus propias historietas, pero unos necesarios recortes les llevaron a ser distribuidos por la American News Company, prácticamente un monopolio (similar a la actual Diamond Comics Distributors), que tuvo que cerrar en 1957 por problemas con la ley. Así pues, Atlas acaba rogando a Independent News, distribuidora de su más directa competencia, National Periodical Publications (futura DC Comics), que saquen sus historietas al mercado. Evidentemente, lo hicieron con condiciones, reduciendo los títulos de Atlas a apenas ocho publicaciones mensuales. De este modo, de 1957 a 1961, el famoso globo del sello Atlas desapareció de las portadas, sustituido por un escueto “Ind.”. Y es precisamente en esta segunda época de la editorial en la que afloraron los clásicos monstruos de Jack Kirby y compañía. ¿Por qué razón?

Pues tal vez fuera debido al tercer hito, el cultural y, más concretamente, cinematográfico: 1954 es el año en que llega a las pantallas japonesas Gojira, de Ishirō Honda (en España: Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo). La película, una nada sutil metáfora sobre el horror nuclear, derivado evidentemente de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki que puso fin a la participación del imperio japonés en la II Guerra Mundial. De hecho, el argumento clásico nos presenta a la criatura como un ser primigenio que habitaba en las profundidades del planeta cuyo hábitat fue perturbado por la perpetración de pruebas nucleares en el Pacífico.
De la gran pantalla a la pequeña viñeta
El éxito de la película en Estados Unidos, que ya tuvo su propio monstruo en los años 30 con King Kong, motivaría la producción de un remontaje americano, tomando escenas de la original japonesa e intercalándola con otras rodadas con actores estadounidenses. Sin embargo, la crítica social y profundidad argumental que pudiera tener la original se perdió, tomando apenas 16 minutos de Gojira para la creación de la que vendría a llamarse Godzilla, King of the Monsters!, dirigida por Terry Morse y estrenada en 1956. El enorme éxito en Japón y el salto a la fama de su productora, Toho, derivó en una franquicia imperecedera de películas de monstruos gigantes que eran constantemente exportadas a Estados Unidos. Así se creó un universo de monstruos japoneses enfrentados a Godzilla, tales como King Ghidora, Mothra o Gamera, lo cual engendraría su propio género, el kaijū eiga (literalmente, “películas de monstruos”).
La fiebre de los monstruos gigantes en el cine fue tal que llegarían a aparecer en todo tipo de producciones. En los 7 años que siguieron al estreno de Gojira hasta el final de la era Atlas, se estrenaron en Estados Unidos hasta 20 películas con monstruos gigantes. Desde el pulpo de Surgió del fondo del mar (1955) hasta el lagarto prehistórico Reptilicus (1961), pasando por arañas, saltamontes y hormigas radioactivas, pero también por los seres mitológicos de Simbad y la princesa (1958). La culminación del hermanamiento cinematográfico japoamericano llegaría con la coproducción en 1962 de King Kong contra Godzilla (cerrando, por cierto, el círculo etimológico: “Gojira” era la fusión de las palabras japonesas para “gorila” y “ballena”), otro éxito enorme que dejaría casi 3 millones de dólares en la taquilla americana (más de 12 veces lo puesto) y 350 millones de yenes en la japonesa (¡70! veces el presupuesto). Era evidente que a mediados de siglo el público pedía monstruos.

¡Y monstruos les dieron, también en los cómics! Atlas, en busca de nuevas ideas para seguir produciendo mensualmente material de entretenimiento para todos los públicos bajo la estricta mirada de la Comics Code Authority, se hizo eco del hambre monstruosa y dedicó, parcialmente, hasta cuatro cabeceras para presentarnos gigantescas y terroríficas criaturas de creación propia (o reinventadas a partir de mitos clásicos): Strange Tales, Tales to Astonish, Tales of Suspense y Journey into Mystery. No son títulos extraños para el aficionado a los superhéroes clásicos, dado que vieron nacer allí a varios de los más famosos personajes de la editorial: Iron Man, Hulk, Thor, Doctor Extraño… Pero antes de ellos estas cabeceras eran antologías de relatos fantásticos, de ciencia-ficción y de terror, obras de género que se adaptaban a las exigencias del público. Y así llegaron los monstruos.
Más de medio centenar de criaturas, la mayoría de ellas creadas desde sus portadas por las manos de Jack “El Rey” Kirby, se pasearon mensualmente durante apenas un lustro por las publicaciones de Atlas. Y aunque sus diseños pueden parecer ciertamente redundantes, no lo eran tanto como sus orígenes. Sin embargo, a pesar de lo camp, derivativos o directamente absurdos que suenen en una descripción, vistos hoy en día con ojos de amantes de lo añejo y kyrbiano, es imposible no sentirse inmediatamente magnetizado por su presencia. Seres desproporcionados, de ojos saltones y bocas enormes; gigantes primigenios que habitan en las profundidades y creaciones humanas que salieron mal; criaturas mitológicas de todas las culturas fagocitadas en relatos insignificantes, pero que precisamente acercan al lector a esos mitos y a la Historia… Es necesario ponerse en situación, viajar a esa época, y mirar a través de los ojos de sus creadores para comprender la dificultad y, a su vez, la soltura con la que generaban mensualmente nuevos mitos de nombres estrambóticos y, sí, a menudo confusos y demasiado similares a otros, con incontables Rs y Gs en sus nombres, para una mayor rotundidad conceptual (*). Pero que me aspen si al mirar a Orrgo el Indómito, a Xemnu el Titán o a Googam, Hijo de Goom, no se nos erizan los pelillos de la nuca por la (falsa) nostalgia de una época que muy probablemente no vivimos, pero que nos cautiva poderosamente.
Nueva mitología para la Era del Átomo
Es en esta aparente simpleza y repetición de los conceptos detrás de cada nuevo monstruo donde cerramos el círculo con el hito inicialmente mencionado: la segunda posguerra mundial y su correlativa Guerra Fría. ¿Qué tenían que ver Kraa el Inhumano o Grottu el Rey de los Insectos con Eisenhower, Khrushchev, la República Popular China o la Crisis de los Misiles en Cuba? La respuesta es más sencilla de lo que parece y nos retrotrae a Godzilla. Y es que, si la versión original japonesa convertía al monstruo en destructora alegoría del holocausto nuclear producido por las bombas atómicas, no serían pocos los monstruos que emularían, de un modo u otro, estos mismos orígenes. Aunque, por lo general, lo harían culpando (evidentemente) a soviéticos y comunistas, y conectando así con el macartismo y la mencionada necesidad de posicionarse editorialmente contra todo lo que oliera a “rojo”.

Con los soviéticos en plena moratoria de pruebas nucleares en los años de ebullición monstruosa en Atlas Comics, desde noviembre de 1959 hasta septiembre de 1961, a menudo se mostraba a hombres que se autodenominaban “camaradas” realizando pruebas atómicas en lugares recónditos, lejos de las miradas americanas, y provocando la aparición de muchos de estos monstruos. En los ejemplos mencionados, Kraa el Inhumano era un miembro de una tribu africana que, tendida una trampa en un campo de pruebas secreto, acababa bombardeado por la contaminación atómica de los soviéticos, viéndose su cuerpo deformado hasta adquirir la forma de un gólem totémico. Por su parte, Grottu no es más que otro caso de lo mismo, aunque con otro recurso bastante recurrente, el de formas de vida irracionales que adquieren conciencia y un tamaño considerable a raíz de la radiación nuclear, en este caso, una hormiga gigante que se autoproclama “Rey de los Insectos”. Por este mismo camino encontraríamos a Monstro, un pulpo gigante que atacaría la costa soviética después de que unas pruebas nucleares le otorgaran su desproporcionado tamaño (y su nada original nombre).

La Guerra Fría permitía estos acercamientos adoctrinadores, aunque vacuos e inofensivos respecto a la URSS. Prueba de ello es que se mostraban mucho menos conciliadores con la China comunista. Y es que, si los supervillanos contaban con Garra Amarilla o el propio Fu Manchu, esta nueva hornada de monstruos no podía pasar por alto la oportunidad y generó a uno de los más icónicos y emblemáticos de los monstruos Marvel: Fin Fang Foom, el ser dragontino perteneciente a una milenaria especie alienígena asentada en Asia que habría dado lugar a las leyendas y mitos relacionados con los dragones en China. Sin embargo, este horror amarillo resultó fácilmente manipulable y en su debut en Strange Tales #89 (Oct. 1961) era provocado por un joven chinoamericano (¿cómo no?) para guiarlo a un campamento comunista que el monstruo arrasaría en busca de su enemigo. Finalmente, el héroe devolvería al dragón a un sueño eterno, cumplido su deber. Sólo la inteligencia de un hijo de América podía derrotar al Comunismo, claro.
En cualquier caso, y volviendo al conflicto con los soviéticos, también se daban intentos de conciliación. Tanto es así que, a finales de 1961, en un futuro alternativo en el que ambos bandos estaban al borde de la destrucción total por la acumulación de armamento nuclear, veíamos nacer a Lo-Karr, el Portador de la Condenación. Estrambótico nombre para una gigantesca criatura alienígena que fulminaba con su mirada aquello que se pusiera en su camino… pero que, en realidad, era un robot creado por un científico preocupado para mediar con las naciones en conflicto. Así, la criatura anunciaría la llegada próxima de una poderosa armada invasora de su especie que conquistaría el planeta, justo antes de desaparecer a ojos de los viandantes. En última instancia, esto provocaba una alianza de todas las naciones contra una futura amenaza común, mayor que todos ellos, alcanzando así una tregua y la paz deseada por el científico, el único hombre que sabía la verdad (y no, no se hacía llamar Ozymandias…).

Sin embargo, estábamos hablando de tebeos de entretenimiento para jóvenes, no de panfletos políticos disfrazados de seres tentaculares. La mayoría de los monstruos que aparecieron en la era Atlas eran criaturas anecdóticas que reflejaban la cultura, los intereses y las preocupaciones de la época, hasta el punto de que podían dividirse en tres tipos mayoritarios: alienígenas, experimentos humanos llevados demasiado lejos y seres primigenios habitando en el interior de la Tierra.
Vinieron del espacio exterior…
Podía ocurrir que la criatura perteneciera a más de uno de los grupos. Es el caso de uno de los primeros, Anuxa, que debutó en enero de 1960 en Tales to Astonish #7. Su especie lo envió a la Tierra con la misión de asentarse y esperar a que la especie dominante, como en tantos otros planetas, se autodestruyera para proceder a la conquista. Al ser descubierto por un submarino nuclear, el monstruo lamenta que en su espera de un millón de años las guerras no hayan sido suficientes para alcanzar su propósito… Sin embargo, al contemplar el armamento nuclear disponible en aquel momento, regresa esperanzado al glaciar donde dormitaba, convencido de que el final no estaba lejos. Como decíamos, las preocupaciones de la época alimentaban estas historias, y el miedo motivado por la escalada armamentística estaba más que presente a mediados del siglo XX.

Pero estos monstruos también reflejaban temas más prosaicos de los que se hablaba en la época, con especial atención al cine más allá del de monstruos gigantes. Y es que en 1959 tuvimos, por ejemplo, una nueva iteración de La Momia, dirigida por Terence Fisher y protagonizada por Peter Cushing y Christopher Lee en la famosa productora británica Hammer. Este remake de la original americana de Boris Karloff redescubrió el interés por los misterios del Antiguo Egipto, y los cómics así lo absorbieron, aunque con monstruos de un tamaño más considerable. Así, en marzo de 1960 descubrimos a Mummex, el Rey de las Momias, un alienígena que buscaba a compatriotas naufragados en el Antiguo Egipto y que confundió los vendajes momificados con los trajes espaciales de su especie. Y en julio del mismo año despertó Shagg, la Gran Esfinge de Guiza que resultó ser un monstruo mecánico del espacio exterior en estado de hibernación.
Preocupaba, pues, la posibilidad de hallar vida inteligente en otros planetas o, mejor dicho, que esa vida inteligente estuviera entre nosotros, ya fuera como un peligro o un aliado potencial. Pero esto no era menos preocupante que el hecho de que, del mismo modo que las armas mejoraban a gran velocidad, la inteligencia artificial comenzara a desarrollarse fuera de control en nuestros laboratorios. Lo que nos lleva al segundo grupo, los monstruos generados por la mano del hombre.
Jugando a ser dioses
Dejando a un lado las criaturas relacionadas con experimentos químicos o armamentísticos (os sorprendería la cantidad de insectos y plantas que pueden recibir su puntual dosis de rayos y sueros de crecimiento “por error”), detengámonos un momento en la rebelión de las máquinas. Uno de los precursores en Atlas de estos monstruos, íntegramente mecánicos, debutó en diciembre de 1959 en Strange Tales #72 y su nombre era Coloso el Súper Ordenador.

El relato nos presentaba un planeta Tierra gobernado en el año 2020 por una inteligencia artificial global (¿Internet, decís?) que construiría un gigantesco robot. La humanidad, convencida de haber sido traicionada, atacaba y destruía al Coloso robótico, procediendo a pedir explicaciones a la IA. ¿La respuesta? Conocedora del recelo que suscitaba su gobierno y de lo próximo que estaba su deterioro definitivo, el Súper Ordenador construyó una copia antropomorfa de sí misma que, por tanto, resultara más “amigable” a ojos de un ser humano, y su tamaño era el necesario para albergar toda la información contenida en la IA. Destruida la copia y dañada la original, la humanidad quedaba desamparada por su desconfianza y su destructiva impulsividad. Menos benévolos serían Elektro, otro súper ordenador que tomaría conciencia y se manifestaría en un robot maligno, o Metallo, la armadura viviente que tras ser pilotada por un fugado acabaría tomando su conciencia.
Pero nunca fue más evidente la mano del hombre en la creación de criaturas terribles como cuando las historietas recurrían a la metanarrativa, es decir, al cómic dentro del cómic. Dos son los casos evidentes: X el Desconocido, que surgió en junio de 1961 en el Tales to Astonish #20 de la mente de un guionista de cómic que escribía su próxima historieta en una máquina de escribir encantada, resultando en la génesis del monstruo; y Zzutak, cuyo creador, en este caso un dibujante de cómics, recibía unas pinturas mágicas de un chamán azteca con el poder de dar forma tridimensional a todo aquello que dibujara. Por supuesto, la hibris llevaría al dibujante (con un conveniente parecido a Kirby) a utilizar un gigantesco lienzo, dando vida al monstruo en Strange Tales #88 de septiembre de 1961.

Lo que el tiempo olvidó
Al hilo de esa hibris, llegamos inevitablemente al tercer y último grupo, el de los habitantes primigenios de la Tierra, frecuentemente despertados por los seres humanos, como ya ocurriera con Godzilla y las explosiones nucleares. A este grupo pertenece también la usual fagocitación de mitos ajenos, adaptándolos y simplificándolos a la cultura americana para narrar estos relatos breves. Así, en la era Atlas tuvimos la reimaginación de Polifemo, el mítico cíclope de la Odisea (Tales of Suspense #10) que aparecería, casualmente, en el mismo número en el que unos arqueólogos se topaban con Medusa. Aunque la más obscura revisitación la tendríamos con Roc, el águila gargantuesca presente en numerosas mitologías de Oriente Medio. ¿Cómo era posible que un ser tan culturalmente lejano y no demasiado prodigado apareciera en un tebeo juvenil a mediados de los años 50? La respuesta, al comienzo de este artículo, donde mencionábamos ejemplos del boom monstruoso en el cine americano: el héroe se enfrentaba a un Roc bicéfalo en Simbad y la princesa, e incluso aparecía en el cartel de la película en 1958.

Y si Simbad era famoso, más lo eran las 20.000 leguas de viaje submarino de Richard Fleischer en 1954 donde, efectivamente, contábamos con el calamar gigante. Y es que, aunque aún faltaba mucho para que Tiburón nos hiciera recelar de tomar un baño en la playa, el mar sería otra mina para los monstruos de Atlas: seres gigantescos procedentes de las profundidades submarinas. Titano, el monstruo crustáceo gigante; los Gigantus de la ciudad submarina de Mu; Gargantus, la Cosa que Camina como un Hombre… El miedo a lo desconocido habitaba en esas criaturas abisales más allá de lo explorado. Aquí se plantaron las semillas, junto con los monstruosos habitantes de las capas más bajas de la Tierra, para la posterior creación, ya en el universo Marvel, de los Desviantes.
Esta especie de tiranos de la humanidad anteriores al Diluvio Universal (que en la continuidad marvelita fue provocado por los Celestiales como castigo a los Desviantes, con el consiguiente hundimiento de Lemuria y la Atlántida) acabaría atribuyéndose la creación de (o influencia en) la mayoría de los monstruos subterráneos de Atlas a través de retrocontinuidad. Hombres Insecto, Hombres Lagarto, Hombres de Piedra, el Rro del Abismo Infinito… todos ligados a los Desviantes y empezando a ser incorporados a la continuidad a finales de 1961 en Fantastic Four #1, con el viaje de la Primera Familia a la Isla de los Monstruos (concepto en el que, ahora sí, se adelantarían a Godzilla, que no reunió a sus compañeros en una isla hasta 1968, en Invasión extraterrestre y la posterior La isla de los monstruos).

Hacia una Edad de Bronce de los monstruos
Herederos de la era Atlas de los cómics, además de los monstruos que fueron recuperados para la continuidad como Fin Fang Foom u Orrgo, son aquellos seres que el maestro Kirby fue incorporando al universo Marvel, especialmente a la serie de los Cuatro Fantásticos. Ya en ese primer número conocíamos a algunos como el Tricéfalo o Ugu el Neolítico, pero también vendrían Giganto, Gormuu, Skreeal… Toda una serie de criaturas que, reunidas o no en una isla monstruosa, conforman hoy en día un rincón añejo y atemporal del universo Marvel que no habría sido posible sin esa era de incertidumbre que fue el período Atlas de la editorial.
Actualmente vivimos un revival de los monstruos, desde Pacific Rim hasta el renacimiento de Godzilla o del reciente gran simio en Kong: La Isla Calavera, que se verán las caras en una próxima película. Y los cómics no iban a ser menos. Marvel ya recuperó a la cazadora de monstruos Elsa Bloodstone durante las Secret Wars, si bien en este caso se enfrentaba a una horda de Marvel Zombies. Más recientemente tuvimos una nueva iteración de los Comandos Aulladores con un equipo formado por diferentes monstruos Marvel, en el que robaba la función una cariñosa creación de Kirby en la era Atlas: Orrgo el Conquistador. En los Nuevos Vengadores de Al Ewing hemos presenciado el origen de ese híbrido entre Godzilla y el jingoísta Nuke que es el Kaiju Americano. Y hasta el kirbyano Dinosaurio Diabólico tiene cabecera propia acompañando a Moon Girl, la inhumana de 8 años más inteligente del planeta.
Como reflejo de este intento de crear una nueva era monstruosa, ahora llega a España el despreocupado minievento de pura y dura diversión a mayor gloria de la era Atlas en Monsters Unleashed!, título homenaje a la revista setentera de terror en la que los relatos los protagonizaban monstruos más clásicos como el Hombre Lobo o el Monstruo de Frankenstein. Nada que ver con nuestros estrafalarios amigos kyrbianos de nombres rimbombantemente ominosos. Este año tendremos un destino vacacional perfecto en la Isla de los Monstruos.
¡No olvidéis vuestros trajes de baño anti-radiación!
(*) Os propongo un trabalenguas memorístico. Intentad leer seguidos todos estos nombres de monstruos y apuntad después en un papel cuántos recordáis. Quien más escriba, con todas las Rs y Gs en su cantidad y lugar, gana:
Gorgilla – Gorgolla – Grogg – Rro – Rorgg – Orrgo – Orogo
Sporr – Spragg – Shagg – Kraa – Krang – Kraggoom
Dragoom – Droom – Groot – Gruto
(Artículo publicado originalmente en la revista Marvel Age #17 y después en Zona Zhero)
Si te gusta lo que hago, puedes invitarme a un café:
28/06/2017 at 12:22
Es curioso porque cierta crítica acerca de que Marvel haya sido politizada en comparación con el pasado parece olvidar que, como queda patente en el artículo, eso siempre ocurrió, y de modo más flagrante hasta caer en la caricatura. También que Marvel, otra crítica que se le hace, se somete a las modas de aquél momento, cuando los espías, los monstruos, etcétera también hicieron acto de presencia en su mayor auge. Por ejemplo, ciertas críticas a si Marvel se marca claramente feminista cuando debería ser neutral. Sin embargo, no existe la misma crítica de ser politizada cuando los personajes femeninos, al principio de los sesenta, básicamente cumplían la función de damisela de apuros que se desmayaba cada vez que usaba sus poderes.
Al final ocurre como en la vida real, que la mejor manera de desmentir o poner en perspectiva algo es echando un vistazo a la historia previa. De hecho, también la doble vertiente del uso que se da de estos personajes. Está la parte más fantasiosa o más terrorífica, en función de para qué uses la figura del monstruo, pero luego la función vehicular que en ocasiones pueden tomar para luego poder exponer la verdadera historia que pretenden contar.
Eso también ocurrió a posteriori con los propios superhéroes. Thor no va de un dios que con el martillo pega zambombazos y mata gigantes de hielo. Con Thor, Stan Lee estaba explicando algo muy concreto. Con el Capitán América no estaba haciendo una oda al patriotismo más rancio yankee, sino que planteaba el apradigma de un hombre fuera de su tiempo, de alguien cuyos valores son admirados y lo han sostenido ante todo, pero se encuentra que quienes lo adulan no llevan a la práctica, de encontrarse con que todo en lo que creía ha sido viciado y desvirtuado, y cómo vivir fiel a sus principio en un mundo que los ha aparcado. Y así podría seguir con personajes cuya tridimensionalidad es más marcada. Hablo de los Hulks, los Spider-Man y, por supuesto, de los X-Men.
Y es que supongo que la gracia de una historia, o más que la gracia, lo que te llega de una historia, no es lo que te cuentan, sino lo que sacas de ella, lo que se transmite más allá del malo de turno y cuatro líneas de diálogo. Es lo que ese personaje representa, transmite o supone. De ahí que la frase referida a un autor «limítate a contar historias» sea algo absurda, porque ya lo está haciendo. Lo que ocurre es que una historia no tiene necesariamente que ser un ente aislado, extirpado de todo contexto ni abstraído por completo de la realidad. De hecho, la amyoría de veces no lo es.
Me gustaLe gusta a 1 persona
29/06/2017 at 17:08
La politización de Marvel, incluso aquí que todavía no eran Marvel, es inherente a la politización del cómic. Si cada obra de arte es hija de su tiempo, el superhéroe como tal nace como respuesta a la «defensa de los débiles» (ya Superman se enfrentaba a banqueros en aquel Action Comics #1 -algo de lo que se hizo eco Morrison en SU Action Comics #1). Si ya añadimos el contexto posterior de la Segunda Guerra Mundial, el Capitán América original y los malvados nazis, el maniqueísmo político estaba más que reflejado en la época. De hecho, por lo general, la elección de villanos en aquellos tebeos no dejaba de ser también una decisión «política» en tanto de lo que decía de la procedencia social, racial o nacional de los mismos.
Y si avanzamos a los orígenes del universo Marvel como tal, pocos suelen recordar aquel Amazing Spider-Man #1 donde Peter se enfrentaba al Camaleón, al que todos conocemos por sus poderes de suplantación, pero que de aquellas era… ¡un espía soviético! Ver a Spiderman cagarse en los sucios comunistas en su primer número, pero claro, hacer al Capitán América negro es demasiada política, ¿no?
Aquí habría muchos temas a tratar especialmente los que avanzas, tanto desde la reimaginación lee-kirbyana del Capi original en una época cuyos valores se han quedado anticuados o, al menos, han perdido toda inocencia (y pronto llegaría Vietnam), hasta la evolución del papel de la mujer, que Marvel tardó en alcanzar un acercamiento políticamente correcto si entendemos que DC lo hizo con Wonder Woman (otro debate ahí sobre las intenciones de Marston-Moulton).
Temas sociales, raciales, de género… Tal vez a lo que se refieren los trogloditas que hoy enarbolan el «entreténme, no intentes adoctrinarme» es a la sutileza, o falta de ella en aquellos planteamientos políticos. Desde fuera y alejados de su contexto percibimos a estos monstruos (literales) como metáforas de brocha gorda del Gigante Comunista o del Horror Amarillo. No existiendo ya esas fabulaciones en el contexto actual, sólo podemos reírnos ante el glorioso absurdo que representan. A día de hoy, la Unión Soviética y los Nazis son villanos, uh… «de tebeo», que diríamos; ahí están los nazis de la Luna en Iron Sky o, mismamente, el reciente Stalinverso de Valiant.
Mientras tanto, el tebeo superheroico actual, y más concretamente el de Marvel (porque DC no está en esto, más allá de puntuales excepciones como los Omega Men), ha madurado en ese aspecto, muestra los temas de forma más madura (pongamos muchas comillas), más desarrollada, y más provocativa. Inducen más a la reflexión, cosa que no gusta a los que piensan diferente de lo que se plantea, y de ahí surge el conflicto. Por eso prefieren la parodia, el «monstruo» por encima del discurso. ¿Cuántos se han alegrado de que Monsters Unleashed! sea una saga de superhéroes contra monstruos en lugar de héroes contra héroes, no tanto porque les guste el tema como por lo que tiene de diversión inocente, vacua y pueril? Ahí está el dilema.
En cualquier caso, yo soy muy partidario del «docere et delectare» en mis tebeos: la diversión vacua está bien para un rato, ¿pero cuántas veces vas a releer a un superhéroe pegando puñetazos al mismo pulpo gigante? Mi dinero está, en principio y con excepciones, en los cómics que ofrezcan ese «algo más».
Me gustaMe gusta
29/06/2017 at 23:02
Hola, Reverent. Enhorabuena por este blog. Creo que le sentarían bien algunos artículos sobre adapataciones de literatura a cómic, que ahora parecen estar en boga y su estudio sería un tema en el que tú podrías teorizar mejor que casi nadie.
Respecto al tema que tratáis de la Marvel-progre…
No lo entiendo. En serio, me lo tendréis que explicar alguna vez, porque desde un punto de vista ‘alt-derechista’, puedo comprender que se justifique la visión política que ofrecen estos universos, pero no desde una visión izquierdista. O sea, su pilares son mitificaciones tipo Shield-Cía, Stark-Parker-4F-corporativismo, Vengadores-intervencionismo, Capitán América-nacionalismo americano en su versión militarista, X-Men- insticuciones educativas sostenidas por fundacionjes privadas… Hasta Peter Parker o Matt Murdock representan esa idea Randiana (Ditko la tenía como guía filosófica) de que , con esfuerzo y desde lo más bajo puedes lograr una magnífica posición social porque el sistema funciona; mientras que sus adversarios cada vez que intentan quitar el traje a Murdock en el barrio, son pobres y por tanto vagos y maleantes.
Obviamente, no van a dar una imagen ‘rancia’ del nacionalismo, ni del corporativismo, ni del intervencionismo, porque entonces no estarían haciendo propaganda de éste.
No sé cómo se concilia la mitificación de los responsables de la Operación Condor, Gladio, ‘La guerra de Charlie Wilson’ y tantas otras monstruosidades con una visión del mundo progresista.
Si acaso, cuando algún guionista, por aquello de que un creacionista es indistinguible de su parodia, cuela a la editorial una sátira y lleva al esperpento la idea central del personaje, al estilo Ennis con su Punisher y aquel «…Y córtate ese pelo.» que definía en una sola frase el tono de la serie.
Considero que King Mob, Malshall Law, o El Eternauta, como versiones igualmente mitificadas, tendrían a esta clase de personajes como adversarios.
El hecho, verlos tomar partido por causas mundanas me parece que desvía la atención de su significado real y anima a falsos debates peregrinos sobre la actitud de personajes de ficción, mientras que dan una visión falsificada de la realidad que representan y que no veo discutirse tan acaloradamente.
Vamos, algo así como si Rambo en sus pelis propagandísticas apoyando todas las barbaridades que han hecho las élites estadounidenses en medio mundo, llevase una chapita con el arcoíris o tomase partido por los cuerpos no normativos y por eso fuese de izquierdas.
Lo dicho, enhorabuena por el blog.
Me gustaLe gusta a 1 persona
30/06/2017 at 13:10
Iba a decirte que por muy alto que sea nunca seré un ReverENT, pero para qué corregirte si lo de «ReverEND» tampoco es que tenga sentido a estas alturas. Me lo he quedado porque lo usaba cuando me metí seriamente en esto del interné y Reverend me he quedado.
Al tema: En ningún momento hemos hablado, per se, de «la Marvel progre», entre otras cosas porque una empresa perteneciente a un megaconglomerado empresarial en uno de los países menos sospechosos de ser «de izquierdas» difícilmente va a poder ser caracterizada como «progre». Por eso mismo entiendo que lo que comentas, teniendo a unos personajes creados en su mayoría en los años 60 y 70, el reciclaje hacia los nuevos tiempos tiene siempre un límite.
Pero, y es un gran pero, no estoy nada de acuerdo en las descripciones que haces de esos mismos personajes, por reduccionistas, sesgadas e interesadas para tu argumentación. Yendo ejemplo a ejemplo, hablas de SHIELD como de mitificación de la CIA… y pudo serlo en algún momento, pero teniendo en cuenta que de ser claramente «los buenos» durante años, llevan ya más de una década (y de dos) cuestionados, sospechosos de estar infiltradísimos, mangoneados… la idealización de su intervencionismo yanqui hace ya mucho que quedó desterrada, casi al mismo tiempo que empezó a caerse la máscara del mago de Oz después del desastre de Vietnam. ¡Joder, que actualmente SHIELD la dirige un «nazi»!
Definir a Stark como corporativista es de cajón: nació como máxima representación del capitalismo dentro del universo Marvel (si bien estaba muy lejos de estar «hecho a sí mismo», viviendo -y bebiendo- de la fortuna familiar). Y de hecho sólo se hizo realmente interesante y popular cuando se le mostró falible, matizado, menos propicio a ayudar ciegamente al Tío Sam. Que introduzcas aquí el ejemplo de Peter Parker y los 4F, cuando como «empresa» el uno se lo debe todo a un villano megalómano (y ya se le está escapando de las manos) y los otros nunca han sido un modelo de empresa de nada… pues no lo entiendo.
El intervencionismo de los Vengadores… otra cuestión que no veo aquí plausiblemente incorporada: ya los Ultimates de Millar a comienzos de siglo ponían de relieve el problema de esa actitud vengadora, denunciándolo y parodiándolo, encarnado especialmente en el jingoísta fascistoide de su Capitán América (que nada tiene que ver, por otro parte, con el Capi de los últimos años). Que ese es otro ejemplo a matizar: hablas del Capi como intervencionista, como si no se hubiera reflexionado sobre el origen y estas características del personaje y no se hubiera representado esta problemática aplicada en el mundo moderno tras lo que se perpetró en Afganistán e Irak. No en vano, pocas veces habrás visto al Capi en los últimos años metiéndose en fregados internacionales. De hecho, el de Nick Spencer directamente no podría ser más «doméstico», reflexivo y autocrítico, tanto en Sam Wilson como en Steve Rogers.
Lo de definir a los X-Men por ser una «insticución educativa sostenida por fondos privados» entiendo que ya era directamente por hacer el chiste (si no es así, tampoco pretendo ofenderte con este comentario; lo siento), cuando lo que pretenden reflejar es la necesidad de crear una especie de gueto, un lugar seguro para los «temidos y odiados» por ser diferentes. En cuanto a la influencia de Ayn Rand en Ditko, no se volvió especialmente beligerante respecto al tema hasta mucho después de crear a Spidey y Daredevil, por lo que tampoco termino de verlo. La historia de un «héroe hecho a sí mismo» no es exclusiva de Rand y su liberalismo, sino que es más antiguo casi que el tiempo mismo, y además creo que están más marcados por la tragedia como catalizador que otra cosa, y dudo que Rand abogara por provocar muertes de parentela para impulsar a los emprendedores.
Todo esto viene a decir que, si bien las caracterizaciones que tratas de defender como nucleares en estos personajes pudieron tener (o no) sentido alguna vez, eso fue hace mucho tiempo. Existen personajes ciertamente conservadores, y existen otros que no lo son tanto, dentro del universo Marvel. De hecho, hay bastante representación de ambos lados incluso actualmente, si bien la mayoría de guionistas hoy en día tienden a tomar parte del lado que tú calificarías de «progre» (aunque ahí está Nathan Edmondson, que se sacó el Punisher más abiertamente facha, sin parodia, de las últimas décadas).
A modo de conclusión, como hipótesis, entiendo que por esto está Marvel recientemente creando toda una nueva generación de héroes, derivados de los originales, matizando esas propuestas más conservadoras y acercando a un nuevo tipo de público a través de ellos. Pero claro, sin dejar de lado (aunque sí han pasado a un segundo plano en los últimos tiempos) a los héroes clásicos, que siguen teniendo sus seguidores y que están bien siendo «anticuados» en el modo en que lo son. Lo importante es que exista una posibilidad de réplica dentro del propio universo, y para eso están Kamala Khan, Miles Morales, Riri Williams, Lunella Lafayette, etc.
No sé, ¿qué opinas?
Me gustaMe gusta
30/06/2017 at 21:43
Perdone usté si he sido IreverenTe (qué horror de chiste) y me he hecho derivar demasiado demasiado del tema desde los monstruos, los contenidos políticos en los cómics y los ‘togloditas’ que critican los cambios de Marvel.En mi descargo he de decir que la ‘Marvel-progre’ es un tema que ha dominado los debates interneteros del cómic últimamente y me desconcierta.
No pretendía hacer ningún chiste señalando que la escuela de los los X-Men me parece una idealización superheroica de las instituciones de integración que hacen de la justicia social «caridad», precisamente con ‘los temidos y diferentes’, estilo fundaciones de banca y demás. Ni tampoco con el hecho de que un edificio de Nueva York con un logotipo encima crea que evoca el corporativismo y el imperialismo norteamericano. Desde mi perspectiva es tan difícil desligar al Capitán América del militarismo nacionalista americano como al melón con jamón del melón y el jamón. O Los Vengadores de la venganza, o Shield de las operaciones otrora secretas que dieron lugar a los villanos de los que se vengan Los Vengadores, o el modelo proto-ditkiano del ya completamente ditkiano. Será cosa mía y en este mundo posmoderno, todo es opinable.
Creo que tienes razón en cuanto a los cambios, que muchos autores no se sienten cómodos e intentan cambiar el modelo de Marvel con nuevos personajes y enfoques, pero también en que los pilares productivos del conglomerado Marvel, por el momento, lo conforma una visión obsoleta y profundamente derechista que transmite esa visión del mundo en los grandes medios. Vamos, que me ha ayudado leer esas impresiones para comprender por qué algunos vean la Marvel actual muy moderna o progre, pero a mi juicio, todavía está muy lejos de los cómics europeos o alternativos.
De algunos, digo, evidentemente, porque Mr. Peter Bagge es otro ‘Randiano’, por ejemplo y los de Charlier, vistos actualmente, tienen un aire tremendamente conservador, en el otro extremo.
Por el momento, sigo poniendo mi dinero principalmente en otros títulos ajenos a la Marvel.
Un saludo.
Me gustaMe gusta
03/07/2017 at 11:45
La cuestión de fondo que creo que das por ley y yo creo que había que mirar con lupa es esa idea de que lo que se pretende preservando a estos héroes hoy en día es dogmatizar mediante el reflejo de estos personajes como ejemplo a seguir. Es decir, Stark inicialmente fue un icono capitalista del hombre de éxito que cuando tiene que batirse el cobre más allá de su fortuna, cumple porque es un héroe americano frente al comunismo. Dudo mucho que quien escriba hoy en día a Iron Man vaya a hacerlo con esto en mente.
Son personajes que ya han superado el mensaje de su arquetipo y que se mantienen en el tiempo como historias, no como lecciones ni como dogma. Mismamente, Marvel no ha dudado en apartar a su héroes clásicos durante los últimos 2 años, haciendo al Capitán América primero un viejo y después un nazi, volviendo a Thor indigno de portar su martillo, dejando a Tony Stark en coma mientras una adolescente y un ex-villano recogen su manto, los mutantes apartados de los focos obligados a compartirlos con los inhumanos, Bruce Banner muerto y reemplazado por un coreano-americano, y un Spiderman que no puede llevar una vida a tiempo completo que le fue legada por su mayor enemigo, mientras ve cómo otros héroes arácnidos transitan los caminos que él transitaba.
Ninguno de estos héroes clásicos representan ya lo que representaban inicialmente, y si lo hacen, se ven obligados a pasar por un prisma de realismo y actualidad que pone en evidencia sus planteamientos anticuados. Así que no, no creo que los avances en materia social reflejados en los tebeos se deban a que «muchos autores no se sienten cómodos e intentan cambiar el modelo de Marvel», sino que la propia Marvel, en su apartado de dirección editorial y creativa, tiene esa voluntad de impulsar un modelo más cercano a la realidad actual. Otra cosa es la Marvel ejecutiva, los sillones altos y la maquinaria Disney, pero ninguno de ellos puede influir (sin que nos demos cuenta) en esa parte creativa. Si Disney quiere vender juguetes y películas y nada más, actualmente no tendríamos a todos esos héroes clásicos del párrafo anterior «de baja».
En otras palabras, creo que miras al dedo en lugar de a lo que señala. Pero creo que las cuestiones socio-políticas que criticas en esos personajes han sido mejor explicadas en el comentario de «Berenjenal», aquí debajo.
Me gustaMe gusta
01/07/2017 at 02:00
Spidey y Murdock difícilmente pueden ser héroes randianos. Rand despreciaba el sacrificio. Para ella, sacrificarse era una completa amoralidad. Una de sus máximas era «valor por valor» y, bajo esa perspectiva, dar la vida por un semejante, aunque posible, no era jamás un sacrificio, sino un acto racional según el cual el individuo que arriesga su vida lo hace por llegar a la conclusión lógica, objetiva, de que a la persona que intenta salvar le asigna mayor valor que a él mismo. Por ejemplo, si yo quiero mucho a, no sé, mi madre, puedo llegar a arriesgar la vida por ella. Pero hacerlo por un desconocido, para Rand, era un despropósito fruto de un error de juicio o de una moral desnaturalizada. Sin embargo, en Parker y, sobre todo, en Murdock, el sacrificio es esencial. Del primero, opinaría que había llegado a una falsa inferencia a raíz de la muerte de su tío Ben. Una puta mierda kármica de esas. Y del segundo pues… buf… el segundo es que es católico. Lleva el sacrificio estúpido grabado a fuego. Ninguno de ellos es randiano. Y para la América corporativa pues, buf, ¿qué decir? Parker y Murdock son lo peor de lo peor. Izquierdistas peligrosos que ponen por delante la supervivencia de barriadas chungas en lugar de favorecer la gentrificación y el progreso.
Me gustaLe gusta a 2 personas
03/07/2017 at 11:45
¡GRACIAS! 😀
Me gustaMe gusta
03/07/2017 at 18:55
Precisamente me retrotraía hacia el pasado, veinte años o así, para no desviar el debate hacia una actualidad sociopolítica todavía discutible, cimentada en informaciones contradictorias y maleadas, a partir de las cuales se construya (o no) la mitificación de la realidad permitiendo así poder ceñirnos a hechos y no perdernos en opiniones.
Dentro de otros veinte años, es posible que estos iconos actuales también sean considerados indignos, o ligados a Hydra… En fin, siempre se puede poner a otro militar vestido con la bandera estadounidense y decir que, esta vez sí, es el militarismo nacionalista bueno. No sé, ya digo… es posible que América Chávez encarne los mismos valores hispanos anticolonialistas de Perramus o el Eternauta… O bien que sea una falsificación para vender unos valores en los que la gran empresa norteamiracana trae el progreso y la libertad al ‘patio trasero’, al estilo del golpe de Temer en Brasil ahora, o la Operación Cóndor en el pasado. Incluso tutelándolo al estilo de Mile Morales, que debe estar muy agradecido al sistema estadounidense, supongo, en el mismo sentido que lo están los hispanos estilo Ted Cruz. Al igual que las negras americanas combativas pueden mirarse (si cuela) en esa nueva Iron Man de las industrias Stark, que no encarna unos valores muy similares a los de Angela Davis.
Precisamente, a los hechos me ceñía al comentar que muchos autores se sienten incómodos con esta imagen actual, dado que Alex de Campi o Jonathan Hickman se han pronunciado al considerarlas una mercantilización de las causas e incluso, en el caso de Hickman, llamar a no comprar los cómics de quienes ‘aceptasen el trato’ de Marvel. Yo no llegaría tan lejos, que cada uno se gana los garbanzos como puede y estos mismos autores, posteriormente, quizá si hagan cosas de interés.
Me alegra que, según esas opiniones tan bien razonadas, entre la etapa macartista y la ida de olla randiana de Ditko, Lee y él creasen un personaje que sería considerado de izquierda radical por el corporativismo imperialista. El sacrificio que, al parecer, conlleva ser un vengador enmascarado es un argumento magnífico, que serviría igualmente para cualquier justiciero de la Era Reagan estilo los personajes encarnados por Charles Bronson. Los autores quisiron señalar que Peter Parker antes de convertirse en Spiderman, intentó utilizar esos poderes en su beneficio, hasta que se dio cuenta de que repercutía en su contra y los usó del modo adecuado, pero qué más da.
Se ve que en departamento de comunicación del Buger y del McDonald’s no han entendido bien el mensaje, porque regalan muñequitos de Spiderman y no de los Freaks Bros, los cuales, por cierto, se publicaban fuera de los cauces comerc iales, por las condiciones impuestas desde el bipolio mientras Spiderman daba esa imagen tan izquierdista.
No sé. A mí el Universo Marvel me recuerda poderosamente a los `puntos del Ur Fascismo que proponía Umberto Eco. Si ahora han adoptado una imagen que no es nada ultraconservadora, nacionalista ni colonialista, bien por ellos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
03/07/2017 at 19:19
Bueno, pero que lo que hace Marvel como empresa es VENDER feminismo, integración, paz y amor como producto también lo digo yo. No estoy abogando porque todos los creativos Marvel son santos de izquierdas. De hecho, a cuento del feminismo como imagen ya escribí en su momento en Zona Zhero. PERO, si la vía de vender causas justas como productos comerciales lleva a que esas causas justas se normalicen, bienvenida sea la mercantilización de un mensaje que necesita de ese bombo para dar a conocer su problemática y generar un debate (como el que, por otra parte, estamos manteniendo en este momento).
Aquí el artículo en cuestión:
https://www.zonazhero.es/gravedad-zhero-5-cono-series-del-trogloditismo-a-la-pretension-de-diversidad-y-vuelta/
Me gustaMe gusta
03/07/2017 at 19:51
Se confunde usted. El cine de acción de la era Reagan no es el de los justicieros, sino el de los héroes de acción. Los justicieros son carne de los 70, que son la versión pesadillesca de los 60. Era Nixon/Ford, para entendernos. Y, curiosamente, no usan máscara, sino que suelen ir a cara descubierta y con mucha artillería. Harry el Sucio o Paul Kersey son gente desencantada, derrotista, pesimista, y están más cerca de Heidegger o Cioran que de Nietzsche o Rand, que son mucho más vitalistas. Su contrapartida tebeística, por tono y fecha, es Frank Castle, no Parker o Murdock.
Por otro lado, comparar el Universo Marvel con los Freak Bros me parece algo falaz, por extremo. Si considera usted que todo lo que no sea contracultura underground tiene tufo a objetivista, pues hasta aquí la discusión y poco más, porque no nos vamos a entender nunca. La Marvel actual forma parte de una inmensa compañía que busca ganar dinero. ¿Está mercantilizando una posición ideológica? Sin duda. Pero también le digo que se adivina alguna que otra buena intención en la elección de la posición ideológica que ha elegido mercantilizar. Podría haber optado por otras peores. Hasta ahí mi posición.
Me gustaLe gusta a 1 persona
04/07/2017 at 16:05
Tiene toda la razón en que la primera peli del Justiciero de Charles Bronson fue en los setenta, y es cuando se asentó el género mientras que las dos secuelas creo que se hicieron en la Era Reagan y es cuando tuvieron un gran éxito. No he dicho que llevase máscara, sino que el argumento ‘serviría igual’ para el personaje, ni que sea o no objetivista más allá de que el argumento expuesto para considerar a Spiderman un ‘izquierdista peligroso’ fuera extensible a este personaje o a cualquier otro por el estilo en una reducción retórica al absurdo. Tampoco los Freak Bros aparecían en mi comentario, sino para descartar esa idea de que Spiderman fuese para el corporativismo un ‘izquierdista peligroso’. Pero vamos, nada más lejos de mi intención que debatir las referencias filosóficas de uno u otro justiciero cinematógráfico. A ver si centro el tema.
No seré yo quien discuta que ‘el cine de acción de los ochenta estaba protagonizado por héroes de acción’, ni que las patatas fritas llevan patatas.
En cualquier caso, matizo la categoría de ‘héroes’ que usted atribuye a los personajes de acción de la época. Rambo en su tercera entrega estaba apoyando de cara al público el monstruoso régimen talibán, por ejemplo. Eso no tiene nada de heroico y sí mucho de interés geopolítico estadounidense en el momento instaurando regímenes criminales como aquél y haciéndoles propaganda desde Hollywood, hasta el punto de que posteriormente hubieron de cambiar la dedicatoria de la película por ser complaciente con los deleznables integristas.
Creo que esa falta de análisis que lleva a categorizar como ‘héroes’ a personajes como éste aceptando la versión de la ficción como extrapolable a la realidad es la que lleva a considerar la Marvel progre en lugar de una amalgama de referencias criptofascistas (no sólo randianas), que siguen funcionando. No digo que todo lo que no sea underground sea randiano, ni derechista, pero sí que la ficción corporativa americana tiene una gran parte ideológica escorada a la derecha.
No se trata de que ‘mercantilicen’ ideas positivas, sino que las que difunden, tampoco ahora coinciden con esas que dicen representar. No se trata de que antes fuera antiguo y ahora moderniqui (obvio), sino de que da una idea opuesta, centrada en los intereses empresariales estadounidenses de las causas que representa, siempre a mi juicio, posiblemente equivocado. Es la idea que pretendo transmitir y en la que quería (sin resultado, porque soy muy torpe), centrarme.
Yo lo veo clarísimo respecto a los hispanos y su (nuestro, como castellano parlantes, al menos para no meternos en más berengenales que no nos correspondan) cómic. No es cuestión de actualidad o no. Desde Oesterheld en los cincuenta, pasando por los (y la) Breccia, Trillo, Sasturáin, Muñoz… Incluso en el cómic chicano de los Hernández, que lleva siendo un referente varias décadas, la idea central ha sido contestataria y contraria a la hegemonía, social, política, financiera, el intervencionismo, la tutela estadounidense. Incluso pagando un alto precio en la realidad por transmitir ess ideas.
El hecho de que la empresa tenga personajes que representen en el cómic ese colectivo, como a otros, y la forma de representarlos o es un oxímoron o poco le falta.
Personalmente, no creo que haga ningún favor a la causa hispana discutir por ahí si molaba más o no el anterior Spiderman; es a lo que me refería con el falso debate, enconado y estéril, puro Chomsky, mientras que los propios hispanos han estado y están produciendo cómic contrario en todos los sentidos ideológicos a los de la Marvel y proponiendo temas que sí son de su interés mucho más allá y, quizá queden eclipsados.
Me gustaMe gusta
30/06/2017 at 12:02
Debo ser el único de las profundidades negativas que todavía no había leído el famoso artículo. Muy interesante, más aún para un ignorante como yo que desconocía prácticamente la totalidad de lo que aquí se cuenta.
Me gustaLe gusta a 1 persona
30/06/2017 at 12:43
Ése era un poco el objetivo, enseñar un poquito de historia del cómic (que tuve que aprender yo para redactar el artículo, pero a todos nos gusta aprender sobre lo que nos gusta, valga la redundancia) y disfrutar por el camino. Y mas vale tarde que nunca, Baja. ¡Un abrazo y gracias por comentar! 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
01/07/2017 at 00:47
Pues me he leído por segunda vez el artículo, ya lo hice en físico, y vuelve a sorprenderme el trabajo que te has currado. Aparte de toda la historia de estos seres en Marvel, y viendo lo que has tenido que estudiarte el tema para semejante me parece que el monstruo eres tú. 😅
Me gustaLe gusta a 1 persona
03/07/2017 at 11:34
Muchísimas gracias. Si te has visto con ganas de releer un artículo tan reciente es que realmente te gustó. El mayor halago que me podías haber dedicado 😀 Y sí, tocó documentarse, pero ya digo, sarna con gusto no pica, y a estos bicharracos kirbyanos hay que quererlos. ¡Gracias de nuevo!
Me gustaLe gusta a 1 persona